miércoles, 8 de abril de 2009

Presentación en FNAC de Zaragoza

El miércoles 6 de mayo, y gracias a la colaboración de Um Draiga, se presentará en FNAC de Zaragoza "El Imperio Desierto". En el acto intervendrán: el autor, Ramón Mayrata, y el escritor Agustín Sánchez Vidal.

lunes, 9 de febrero de 2009

Presentación de Francisco Otero de "El imperio desierto"

Mientras leemos la novela El Imperio desierto, publicada en el año 1992 y ahora reeditada, tenemos la sensación de que no ha sido erosionada por el paso de todos estos años. Porque es una novela que tiene como punto de partida los convulsos hechos ocurridos en el Sáhara occidental en los últimos años de la dictadura de Franco, y corría el serio riesgo de haber envejecido tras el inexorable y acelerado paso de la Historia.
La sociedad española, tras la muerte de Franco, se dispuso a olvidar la guerra civil, enterrar el pasado y las viejas heridas, aunque para ello tuviera que borrar cuarenta años de su historia. De todo esto es consciente el joven Ignacio Aguirre a su regreso de Londres, concluídos sus estudios de antropología, a un Madrid en el que “ el presente era un áspero campo de deportación “. En ese tiempo en el que los españoles comienzan a ejercitarse en la eliminación de la memoria histórica y algunos novelistas que habían estado ligados a los postulados marxistas abandonan la casa de la Historia y su compromiso con la realidad para buscar resguardo en su memoria, Aguirre acepta el encargo de escribir una historia del Sáhara y de sus habitantes y se traslada a África. La historia del pueblo saharaui estaba oculta bajo las arenas del desierto y apenas había sufrido alguna transformación en sus formas de vida desde el siglo XVIII.
El Imperio desierto es una novela de personajes singulares y de historias fascinantes. El protagonista sufre el proceso crítico de desposesión de las convicciones , valores y creencias que hasta entonces habían sustentado su vida y que algunas experiencias vitales intensas se encargan de transformar en la arena del desierto .
Alejado de todo neocostumbrismo, Ramón Mayrata levanta con el poder seductor de la imaginación una poderosa ficción que es una realidad autónoma. Aguirre que viaja al desierto para redactar una historia del Sáhara nos entrega una novela en la que palpita la vida en un lugar inhóspito y hostil, descubre fascinado una cultura única y desconocida y la dimensión humana se encarna en unos personajes inolvidables : Angelo Gatti , del que se comienza a hablar al inicio de la novela pero que, con una gradación muy sabia y llena de intriga por parte del autor, no aparece hasta la página 123 y que tanto para Aguirre como para los lectores es una sombra cada vez más alargada ; personaje con el que establecemos una relación casi física, le sentimos junto a nosotros y creemos que le podemos tocar si alargamos la mano, y que queda fijado en nuestra memoria de una manera indeleble en su gesto repetido e inolvidable de enjugarse el sudor de su cabeza monda y rojiza con su descomunal corbata de colores.
La doctora Koller, que lleva quince años en el desierto, desde que éste le reveló el sentimiento de la libertad y con él la explosión de sus emociones y sentimientos, sometidos hasta entonces por un frío racionalismo estéril. Para ella, el desierto significa la añoranza de la inocencia perdida y el abandono de la razón por los sentimientos.
Los saharauis Ma el Ainin, Buhe Yamadi y Mayahub son hombres de fe y de religión, mientras que Aguirre pertenece al mundo racionalista, aunque está seguro de muy pocas cosas y algunas de éstas están a punto de caer. Es un choque de mentalidades. “¿ Es posible mezclar la noche con el día ¿, le preguntan a Aguirre.
Para Mayahub sólo debe existir un libro, su libro sagrado; escribir otro libro sería usurpar la voluntad de Dios.
Hay un personaje muy importante en la trama de la novela que permanece ausente a lo largo de toda ella : Brahim Bassiri, fundador del primer partido político en el Sáhara. Aguirre sigue el rastro de este primer desaparecido político, que lo enfrenta a los métodos represivos del comandante García Ramos, amparado en la impunidad que le otorga la ley de secretos oficiales.
En el café Lyón de Madrid hay un friso de personajes imborrables: José María de Cossío, Antonio Díaz Cañabate y Domingo Ortega; la tertulia de los republicanos con “ la extravagante sensatez “ de Arturo Soria; el pulcro y menudo Antonio Espina que permanece fiel a su lema de “ mantenerse al margen “; el latinista D. Rafael Pérez Delgado….
Personajes reales y personajes de ficción se confunden entre las mesas del café. Para el buen lector tiene tanta realidad D. Ramón del Valle como D. Pío Caro Baroja.
Los militares, en su mayoría ciegos a los inevitables cambios políticos, aferrados a su visión colonialista y superior del territorio del Sáhara; algunos dominados por el miedo a lo desconocido, apelando al patriotismo y al honor. Sólo el coronel Fernández -.Hoz, partidario de otorgar la independencia al Sáhara, es capaz de presagiar con amargura el nuevo juego de estrategias del gobierno español que abandona el territorio en manos de Marruecos.
Hay personajes menores y episódicos con sus vidas minúsculas que el novelista trata con una fina penetración sicológica que los hace levantarse como personajes de cuerpo entero.
La historia principal es el descubrimiento del desierto y de las gentes que lo habitan, de los nómadas, de su forma de vida en un medio inaccesible y desconcertante por parte de Aguirre, y más tarde su implicación al lado de los saharauis en su lucha por su independencia. Pronto se da cuenta que es más urgente recoger los documentos, manuscritos y testimonios que ayuden a proclamar su independencia histórica ante el Tribunal Internacional de La Haya que el escribir la historia que le han encargado.
El descubrimiento de una cultura todavía virginal, con valiosos testimonios de la vida del nomadeo, que para sus dueños encierran la memoria ancestral de su pueblo y preservan una dimensión de lo sagrado, es lo que abre el corazón y la mente de Ignacio Aguirre.
La sensación de vacío, desnudez, ausencia, silencio, luminosidad y dureza golpean el rostro de Aguirre : “.Un paisaje obsesivo, sobrecogedor “. El desierto es uno de esos lugares en los que la geografía provoca la historia, un espacio sobre el que se desarrolla la escritura de las vidas de los saharauis, que se revelan más fuertes que su destino.
Cuando Aguirre, que se juega la vida en su búsqueda de Bassiri, trata de esclarecer su misteriosa desaparición , la narración adquiere un tono de intriga cercano al de la novela negra que atrapa nuestra atención. Percibe que el rumbo que ha dado a su vida en el desierto le ha transformado : “ siento que todas las creencias se deshacen entre mis manos “; en ese sentido es una novela de pérdidas, de evolución y de maduración de la personalidad del protagonista, de descubrimiento de sí mismo en unas condiciones de vida extremas y de experiencias que le ponen a prueba, la tortura y la prisión; de elección de su vida y de su destino junto a los saharauis.
Para Ramón Mayrata toda novela encierra una historia de amor, y El Imperio desierto nos ofrece una delicada, pudorosa y elegante relación amorosa que dice mucho más por lo que calla y por sus silencios, tejida de gestos inadvertidos para casi todos excepto para Gatti.
Al comienzo de la novela, la abuela de Ignacio se manifiesta como un personaje de índole simbólica que le descubre que la realidad está fragmentada en una multiplicidad de mundos posibles y el poder de la imaginación capaz de crear otra realidad verdadera desde la vida de los sueños y de las ilusiones de la ficción.
El novelista es para Mayrata un mago que da vida a unos personajes que saca de su sombrero y que, como el prestidigitador en un capítulo al final de la obra, trata de hechizar a los espectadores adivinando la carta de su futuro, que resulta ser el rey de bastos, anuncio de la marcha verde de Marruecos. De repente, parece que la historia que ha vivido en los dos últimos años ha sido el sueño de una noche de verano y su despertar es la realidad de una inminente guerra.
Reaparece, entonces, el mago y sabio Gatti en el papel del rey Oberon, capaz de descifrar la naturaleza de la realidad que les envuelve, para enseñar a Ignacio la carta que el azar le tiene reservada, la dama de corazones.
Acierta Gatti al aconsejar a Aguirre que en vez de escribir una historia, en la que no tendrían cabida ninguna de estas vidas, escriba una novela, porque no se puede alcanzar lo verdadero más que en la novela, según nos enseñó Stendhal.

lunes, 22 de diciembre de 2008

Presentaciòn de Sgarit en el XVI Festival Internacional de Cultura y Artes Populares Saharauis

Con la presencia de la Ministra de Cultura de la RASD, Jadiya Hamdi, y como parte de las actividades del Festival, el viernes 5 de diciembre se presentó en la wilaya de Auserd la colección Sgarit.

martes, 2 de diciembre de 2008

Reseñas

En el Norte de Castilla el 5.02.2009
En el Adelantado de Segovia el 4.02.2209
En el Adelandato de Segovia el 2.12.2008
En el blog del escritor Gonzalo Moure

jueves, 20 de noviembre de 2008

Texto de la presentaciòn de Lourdes Ortiz de "El imperio desierto"

Cuando uno termina de leer una novela el “El imperio desierto” de Ramón Mayrata, podría decirse que se queda en los labios, en la boca, un sabor reseco, amargo, como si la misma arena del desierto y los muchos olores que se desprenden de cada una de sus páginas se hubieran infiltrado en nuestro cuerpo, en la nariz, en los ojos. Y es una amargura y una sequedad que proviene también de un cierto sentimiento de culpa, que se va destilando como una pócima perniciosa y creciendo poco a poco en nuestro interior, a medida que avanzamos en la lectura del libro. No quisimos ver.
Gatti, el sabio, escéptico, Gatti, ese personaje inolvidable, que nos devuelve a los grandes héroes desarraigados de las novelas de Conrad: un personaje atrabiliario, inclasificable, único, espía y combatiente, generoso y cínico, escondido en esa distancia de imperturbabilidad que le depara el alcohol y el cuerpo acogedor de las mujeres, ajeno a todo y sin embargo siempre alerta parece mirarnos sonriendo, burlándose de cada uno de nosotros, de nuestra pasividad y nuestra ignorancia. Gatti es un descendiente de esos personajes de las novelas de aventuras que encontramos perdidos en parajes inhóspitos, selváticos o áridos, reducto de los imperios coloniales y es él quien al final del libro le aconseja al protagonista, Ignacio: si quieres que el mundo se entere de lo que has vivido y conocido, no intentes hacer un sesudo y documentado libro de historia. Porque la historia siempre se queda corta, miente, puede ser manipulada, reinterpretada por unos y por otros, como lo pueden ser los documentos. Escribe una novela, le dice. Porque la novela es capaz de proporcionar algo que el documento nunca puede dar, la vida, el aliento de lo humano, la realidad de los hombres y las mujeres, protagonistas pasivos o activos de los distintos acontecimientos, desde su pequeñez o su grandeza.
Y esa novela, esa escritura es la que hoy, después de mucho tiempo, en una nueva edición tenemos entre las manos. Los libros no mueren. Pueden caer en el olvido, yacer en los estantes, pero lo escrito permanece, como permanecía el legado de un pueblo, sus raíces y su larga pero ínfima historia, en esa cajita de plata, que guardaba los versos del cheij y que sostenía la zauia sagrada, asentada así sobre las palabras de Dios, en la que se guardaba como un tesoro la memoria de un pueblo, el desdichado pueblo saharaui. Y la novela está hoy aquí resucitada, sacada del olvido, y, con el paso del tiempo, se ha convertido, se convierte en un alegato, como quizá lo fue en su momento. Pero un alegato que hoy encierra todavía más fuerza. Una fuerza acusadora, que nos hace culpables y nos hace reflexionar. Porque ha pasado mucho tiempo ya de los acontecimientos que allí se narran y la desgracia y el olvido sistemático, la injusticia cometida con el pueblo saharaui, abandonado precipitadamente y de malos modos por la administración colonial franquista, en una decisión cobarde y torpe, que se resguardó en la promesa de un referéndum, nunca cumplido, con el cual los organismos internaciones se lavaban las manos, nos golpea, porque somos tibios y con el tiempo hemos preferido mirar también hacia otro lado.
La novela de Ramón Mayrata, es la historia del joven y prometedor Ignacio, que se ve embarcado en un proyecto, el de reunir los posibles documentos escritos y conservados de la tradición del pueblo del Sahara, proyecto disparatado y que al principio acepta sin saber muy bien a dónde puede conducirle. Pero es la historia al mismo tiempo de ese momento clave en el que se estaba decidiendo en los despachos el destino de un pueblo. El momento en que, ante los vientos descolonizadores, la administración española va a lavarse las manos como Pilatos, y en vez de conceder la independencia soberana al pueblo hasta entonces sometido, ofrece un confuso Estatuto de autodeterminación, aprobado después por la intervención de la ONU, Estatuto que debía conducir a un referéndum. Ese referéndum que todavía 30 años después sigue sin realizarse.
Pero la obra de Mayrata es no sólo un testimonio histórico de aquellos días de tránsito en la colonia, sino que es también y sobre toda un novela que nos transmite , siguiendo los pasos de Ignacio, el latir de las gentes oprimidas de ese pueblo, un pueblo orgulloso de sus antepasados y sus costumbres y amante de su independencia, un pueblo que parecía al margen de la historia, víctima del reparto colonial, sin ciudades, sin grandes hitos, pero consciente de su pasado y de los hombres, santones, guías que ya antes habían afirmado su vocación de pueblo libre , pueblo que había sufrido silencioso la opresión de la administración española, pero no dispuesto a ser integrado como cola de ratón en el reino de Marruecos, al que nunca había pertenecido.
Ignacio se ve atrapado, cautivado por aquellas gentes aparentemente ingenuas, como es atrapado el lector; se identifica con ellos, con sus desvelos y se convierte sin darse cuenta en un agente activo, porque es a él quien corresponde precisamente recoger todos esos testimonios escritos que podrían servir para demostrar la autonomía del pueblo saharaui: poemas, relatos, canciones, textos religiosos. Pero al mismo tiempo Ignacio se ve seducido por aquel lugar, por los hombres del desierto, por el desierto mismo, por la pureza de las gentes y de aquel espacio casi ultraterreno, por aquellos olores, a veces casi nauseabundos, olores de las especias y del mar tan cercano, de las casuchas abarrotadas, de los cuerpos, por aquella atmósfera de pesadilla, en la que se siente perdido, pero al mismo tiempo hermosa en su diversidad; pueblo no contaminado, arraigado en sus creencias, en esa vida de trashumantes nómadas, arrancada a la fuerza por la mano militar de la ocupación española. El, un joven madrileño, se encuentra precisamente, al comenzar el libro, en ese momento clave de la existencia en que todo lo aprendido, lo creído deja de tener sentido, incluso los amores vividos y uno necesita expandirse, abrirse al mundo, descubrir nuevos horizontes. Y allí en el Sáhara encontrará, o creerá encontrar un reducto todavía incontaminado, y vivirá una experiencia intensa junto a aquellos a los que hasta ese momento apenas conocía y conocerá una mujer ya madura, una antropóloga alemana que le romperá todos sus viejos esquemas. Lo mismo que el misterioso Gatti o los saharauis que se convierten en sus colaboradores en su búsqueda. Esos que, al mismo tiempo y sin que él fuera consciente forman las primeras células de resistencia, integradas en el naciente Frente Polisario. Pero también le pondrá en contacto con los cerriles militares de la guarnición española, con sus métodos policiales y represivos y su incapacidad para comprender que su tiempo había acabado, que en los despachos de Madrid se estaba ya diseñando el abandono de la zona y por tanto su destino.
El libro es así también un viaje de iniciación, de ese choque entre culturas y modos de vida que abren los ojos a nuevas realidades y vuelven relativos e ininteresantes aquellos presupuestos de partida. Seguimos a Ignacio en su recorrido , en su aventura desalentadora y esperanzada y al mismo tiempo participamos de su arrobo ante ese desierto duro, hostil y cuna al mismo tiempo, esa luz cegadora, las dunas, el conocimiento profundo y desconcertante para un extranjero que los hombres del país tienen de ese medio, como conocen su ritmo, cada partícula de arena, los animales que en ella viven y se esconden, los ruidos, los silencios, el canto de sus mujeres, ese alarido de jubilo o de tristeza , el sgarit , el grito de las mujeres del desierto.
Pero el libro nos lleva también a ese mundo grisáceo de la dictadura en sus últimos años, a los viejos cafés de Madrid, a los estudiantes y jóvenes más o menos comprometidos en la lucha, los bares que se frecuentaban, los dogmatismos, esa sociedad que también se preparaba para el cambio y que también sufría a su modo los estertores de una larga y oscura opresión. Ese recorrido por los bares, los cafés de entonces no pueden sino producir en una lectora, como yo, una especie de nostalgia, no una nostalgia por lo bueno perdido, pero sí el recuerdo de aquellos años, años de lucha y de promesas por venir. Éramos jóvenes, tan jóvenes como Ignacio o casi. Todo parecía posible. Curiosamente esta semana dos acontecimientos nos llevan hacia aquellos años. El domingo una gran manifestación recorría las calles de la ciudad, pidiendo la celebración de ese referéndum que devolviese a su pueblo, ese pueblo que sufre en Argelia desde hace más de 30 años y dolorosos exilio forzoso. Y ayer mismo, con chascarrillo, chistes o referencias en casi todas las televisiones se cumplían 33 años de la muerte del dictador. Muchas cosas han cambiado en nosotros y en España en ese lago periodo de tiempo. Los más jóvenes apenas saben nada de aquellos años oscuros. Han crecido en democracia y les importan poco las “batallitas” de los abuelos. Y por mucho que ahora se intente rescatar la memoria de aquellos tristes años, esa memoria que al principio y por táctica se sepultó en el olvido y el silencio o en un perdón a todos los desmanes, cargado, por otra parte, de mala conciencia, muy poco tiene ya que ver la España contemporánea (por mucho que algunos intenten reestablecer los años oscuros del nacional catolicismo en sus proclamas y haya resucitado la vieja iglesia censora y represora, la que amparaba bajo palio al dictador) poco tiene ya que ver con aquella España patética, cerrada y gris. Y, sin embargo, las cosas apenas han cambiado para el Sáhara y para el pueblo saharaui que malvive y soporta las duras condiciones de los campamentos de Tinduf.
Y esta novela sirve también como una aldaba que con su sonido nos despierta. Somos responsables. España es responsable, lo son sus sucesivos gobiernos de ese abandono y ese silencio. Fue la administración franquista la que los dejó, de un modo precipitado y absurdo, abandonados a su suerte. Y han sido los sucesivos gobiernos democráticos los que poco o nada han hecho después para forzar una salida rápida y justa a esa situación. Por eso esta novela, esta hermosa novela remueve tripas y conciencias. Es también una aportación a esa Ley de la Memoria Histórica que cojea en su aplicación. Como los poemas y textos que conservaba Fadel en su memoria, tras la destrucción de la zauia, en ese relato que se añade al libro, casi como epílogo. No hay que olvidar. Y es la literatura, como aconsejaba Gatti al joven Ignacio, el mejor medio para transmitir no sólo lo sucedido, sino sobre todo y además la emoción, el pulso de unos hombres y mujeres que son los sufren la historia y a veces la hacen con sus hazañas y sus desafíos.
Lourdes Ortiz . Noviembre 2008

jueves, 13 de noviembre de 2008

Presentación de Sgarit en Casa Árabe. Madrid.

El viernes 21 de noviembre se presentó en Casa Árabe ante un auditorio de 120 personas la colección Sgarit. La Biblioteca del Desierto editada por Calamar Ediciones.
En el acto intervinieron: Miguel Ángel San José, editor de la colección; Javier Morillas, autor del libro "Sahara Occidental. Desarrollo y subdesarrollo" que ha intervenido en cuatro ocasiones en Naciones Unidas, sobre la "Western Sahara Question", IV Comisión de Política Especial y de Descolonización, en los años 2004, 2006, 2007 y 2008; Lourdes Ortiz, escritora, autora teatral, ensayista, finalista del Premio Planeta y Ramón Mayrata, autor de "El Imperio Desierto"

(c) Calamar

Al final de la presentación, el Delegado del Frente Polisario, Sr. Bucharaya Beyun, al que se saludó su presencia en el acto desde la mesa, intervino para resaltar como el pueblo saharaui es un pueblo abierto que rechaza el integrismo religioso y el fanatismo político, y que puede representar un buen ejemplo y un factor de estabilidad política en la región. Sus palabras fueron acogidas con un caluroso aplauso por los asistentes.




Cabe esperar que la buena acogida que tuvo la presentación favorezca el mejor entendimiento y colaboración entre los responsables de Casa Árabe y las distintas entidades de apoyo y representantes del pueblo saharaui, en aras a lograr un mejor conocimiento de la historía, la cultura y la situación política, social y cultural que sufren tanto los saharauis que residen en el territorio del Sáhara ocupado por Marruecos, como los que viven refugiados en la hammada argelina.

jueves, 30 de octubre de 2008